Capítulo I “El Encuentro”.
Las vueltas del destino son infinitas y sus caprichos miles, pero jamas hubiese podido imaginar, lo que mi destino me tenía preparado.
Todo comenzó hace ya 3 años en una fría mañana de invierno, algo tópico, de no ser, porque en Almería nunca hace frío, jamas hay mareas y raramente te encuentras envuelto en un aire frío, tan frío que parece helarte el alma y aturdirte los sentidos con solo respirar.
No olvidaré jamas aquel día, ni a aquella chica, jamas en mil años que viva, podré olvidar ese dos de Enero, esa mañana que sería para mi, comienzo y fin de sentidos, sentimientos, anhelos y deseos, ese día que haría de mi, lo que hoy soy.
Yo era un joven alocado con dos pasiones en su vida, el ajedrez y devorar libros, tesis, artículos, todo, todo lo que estuviese relacionado con la orden vampírica y como dicen: “ten cuidado con lo que deseas, pues puede convertirse en realidad”.
Aquella mañana, como cada año en ese día, me dirigí a jugar uno de tantos otros torneos de ajedrez, cuando al entrar al hotel, pude verla, sabía que era ella, al igual que sabía que no podía serlo. Era como en los libros, igual que los artículos, su pelo negro como la noche caía liso sobre su ser, blanco como el día, era el contraste más bello que jamas he visto, sus ojos, negros como un cielo sin luna, llenos de vida, parecían haber vivido mil entierros, haber visto guerras, plagas y victimas y parecían haber disfrutado con ello. ¿Había perdido la razón? ¿Una vampiresa? Era imposible, ¡Era de día y los vampiros no existen!
Conseguí pasar inadvertido para ella, o eso pensé yo, hasta que horas siguientes mi amigo y entrenador el gran Mihai de Rumanía me dijo: “Cuidado Miguel, las chicas georgianas tienen una belleza mortal” ¿Georgianas? ¿Dónde estaba eso?. Poco después, al terminar la primera partida, conecté mi ordenador para buscar información, Georgia era un pequeño país en guerra con Rusia a unos 4000Km de España, ¿Que hacía tan lejos de casa, una chica tan joven? La curiosidad me estaba matando, ¿Se habría fijado en mi? ¿Sería una vampiresa? ¿Como averiguarlo sin que me comiera? La respuesta fue sencilla, solo tuve que esperar. En la hora de la comida, se sentó a nuestra mesa.
El día paso, no me lo podía creer, me estaba dejando llevar por una idea infantil, la existencia de los vampiros y no iba a consentir que eso pasara, el miedo no dominaría mi ser y por ello decidí hablarle, o seo creí yo. Nada mas juntarnos a desayunar me fije que apenas había comido y haciendo memoria el día anterior casi ni comió, ni cenó, ¿Como podía mantenerse sin comer? Las dudas cada vez más atormentaban mi ser, pero entonces, entonces todo volvió a ser normal, mi amiga Patricia llegó y nos presento: “ Miguelito potorro loco, cariño mio,osito querido, te presento a mi amiga Anna, ella es una gran ajedrecista, no como tu que tienes a Mihai negro porque no aprendes nada” ¿Como iba ella a ser vampiresa siendo amiga de la cosa mas viva y jugosa del torneo, Patricia? Todo ya tenía sentido, esta chica era de poco comer, vegetariana posiblemente y las georgianas, que nunca antes había visto una, serían chicas blancas de piel...ains pensé, como es posible Miguel a tu edad y creyendo en vampiros...
El torneo siguió sin sobresaltos, por lo menos para mi, exento de todo, disfrutando de esta nueva compañía que me hacía estar siempre alerta y atraía de una forma mas mística que carnal, aun que con deseo al mismo tiempo. Era nuestra última noche y decidimos salir a beber y cantar Patricia, Anna, Perez (Un chico amigo de Patricia, gran persona, no se que ha sido de el, no lo he vuelto a ver) y yo, quedamos a la media noche en el hall del hotel y Patricia no se presentó, la llamamos varias veces pero nadie contestaba, así que decidimos ir sin ella a pasar un rato alegre y divertido.
A la mañana siguiente, en la entrega de premios final del torneo, Patricia no apareció, su cuerpo había sido encontrado ahogado en la bañera, completamente desangrado, mientras sonaba de fondo Enrique Iglesias en un pequeño magnetófono extranjero. ¿Desangrado? ¿Enrique Iglesias? ¿Anoche?
Mi mente enloqueció, todas mis dudas, todos mis pesares, mis inquietudes, todo cobró sentido, ¡Había sido Anna! Era una vampiresa, la noche del asesinato no paraba de tararear una extraña canción, la misma que sonaba en aquel antiguo magnetófono. Sin pensármelo como guiado por mismo Lucifer me fui en su búsqueda y al agarrarla por el brazo, un frío aterrador inundó mi ser y congeló mi alma, me encontraba paralizado sometido a su dominio cuando me dijo estas palabras: “da aha, rac ase mgznebared gsurda, rasac ase elodi, movida SenTan”.
Tras oír esa extraña frase impronunciable desapareció. Raudo me dirigí en busca de Mihai que todo lo sabe y me la tradujo: “Aquello que tanto anhelas ha venido a por ti “.