Cada vez me gustan menos los ambientes lujosos, cada vez me asfixia más lo "VIP", lo "reservado", lo "exclusivo". Cada vez más intento huír del trato exclusivo (valga la redundancia), me siento mucho más libre y feliz compartiendo con gente "normal". Esa, esa gente es la que hace que el mundo siga funcionando, que las cosas pequeñas sigan importando, que los abrazos sigan teniendo sentido, que cuando buscas la felicidad, no pienses (solo) en lo material.
Si bien me ha tocado vivir la vida que vivo, cierto es que soy muy consciente de que soy una privilegiada... Pero, no me busquéis, en mi día a día, paseando en barrios exclusivos, en locales de lujo, en restaurantes de lujo, etc... Lo que me llena es lo sencillo, lo "sobre la marcha", el bar "del barrio", ser la penúltima en la cola, llevar complementos que me regalan y que tienen historias que contar...